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Cristian Reyes mata a su novia Martha Karina Torres; “no podía vivir sin ella”

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Estado de México.- Después de asesinar a su novia cuando ella insistió en terminar su noviazgo, Cristian huyó a Pachuca, Hidalgo, donde consiguió empleo como vendedor de helados. Ayer, policías ministeriales del Estado de México lo capturaron en aquella ciudad.

Martha Karina Torres Jorge, de 19 años, y Cristian Alejandro Reyes Ortiz, de 24 años de edad, eran novios y estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México campus Cuautepec. Desde principios de mayo ella le dijo que ya no quería andar con él, el motivo, sus celos constantes y actitudes dominantes.

El sábado 11 de mayo, Cristian llamó por teléfono a Martha Karina para pedirle que se vieran y platicaran sobre su situación. Ella lo recibió en su casa en Tlalnepantla, estado de México, y lo invitó a pasar. En la vivienda estaba su madre, Mayra Virginia Jorge Ruiz, su hermana mayor y un tío, quien sufre una discapacidad motriz.

Comieron juntos, todo parecía estar bien, diría después la madre de Martha Karina. Alrededor de la siete de la noche, la pareja se quedó sola con el tío incapacitado. Cristian Alejandro le pidió a Martha Karina que le diera otra oportunidad, que no soportaría vivir sin ella, pero la joven estaba decidida a no volver con él y le pidió que se marchara.

Cristian entonces tomó un cuchillo y apuñaló a Martha Karina en 25 ocasiones en un cuarto contiguo a donde estaba el tío de ella. Al escuchar los gritos de su sobrina, este hombre se tiró al piso y se arrastró hasta donde estaba la pareja. Alcanzó a ver cómo la atacaba, pero no pudo ayudarla debido a su condición física.

Luego de salir corriendo de la casa fue a una reunión con compañeros de la universidad de ambos, a ellos les confesó que acababa de matar a Martha Karina, pero no le creyeron, pues según la opinión de los asistentes, no era una persona violenta. “Se le veía normal, incluso bromeaba” dijo uno de ellos quién por su seguridad ha pedido el anonimato.

“De la nada nos preguntó si notábamos algo extraño en sus tenis; todos dijimos que estaban sucios, como de manchas de lodo”, sin embargo, Cristian sonrió y nos dijo ‘son manchas de sangre, me acabo de tumbar a alguien’. Nadie le creímos y nos empezamos a reír ya que Cristian nunca había sido agresivo, ni siquiera sabía pelear y lo ignoramos.

Al darse cuenta de que nadie le había creído, Cristian respiró hondo y soltó: ‘Maté a Karina’. Todos nos quedamos helados, se nos erizó la piel, no lo podíamos creer, pensamos que era una broma de mal gusto, una pesadilla, pero había algo en él que de inmediato le creímos. ¿Qué hiciste? ¿Pero, porque? ¿Qué te hizo ella?.

Hubo silencio. Hasta que Cristian dijo: ‘Me iba a dejar, no podía dejarla…Nadie se enamora de mí’. Ninguno de quienes estuvieron en esa reunión lo delataron. “Estábamos en shock” dijo uno de sus compañeros.

Casi al mismo tiempo, alrededor de las 21:30 horas de ese día, la madre de Martha Karina y su hermana regresaron a casa. Apenas abrieron escucharon los gritos del hombre discapacitado, quien les indicó que su sobrina había sido atacada por su novio y pidieron la ayuda de una ambulancia y de la policía.

Aproximadamente una hora después la madre le marcó a una amiga de Martha Karina, quien al enterarse de lo ocurrido le dijo que hacía poco que Cristian Alejandro había estado en una fiesta. La policía supo que luego de estar en esa reunión el presunto homicida huyó a Pachuca, Hidalgo, donde el joven consiguió empleo en una paletería.

Era mediodía del lunes 13 de mayo cuando Cristian Alejandro leyó un anuncio de empleo en la ciudad de Pachuca; entró y preguntó por el puesto. El encargado fue amable con él y conversaron.

-¿Cómo te llamas?

-Cristian ‒dijo a secas, y comenzó a contar una historia que no era verdad.

Narró que el sábado 11 de mayo él y sus amigos habían ido a una fiesta en Cuernavaca y, al regresar, su madre lo corrió y le pidió que ni siquiera le volviera a llamar, además de que nunca quería volver a verlo. Entonces suplicó: “Necesito el trabajo”.

El encargado del lugar se conmovió.

-Voy a necesitar papeles, al menos tu identificación.

-No la traigo -respondió Cristian. “No saqué nada; sólo traigo 50 pesos. Si me da el empleo, puedo trabajar desde ahorita”, repuso.

En minutos, Cristian despachaba helados de vainilla y chocolate de una máquina, con la gorra negra cubriéndole casi la mitad del rostro. Dos días después, llegaron a buscarlo para cobrar el hospedaje donde se quedaba por las noches. El encargado notó angustia en Cristian y, al no tener con qué pagar, su patrón de nuevo se conmovió y le dijo: “No te preocupes, ¿cuánto es lo que se debe?”, y saldó la deuda.

Cristian agradeció y se comprometió a pagar con responsabilidad y trabajo, pero algo le preocupaba: “Ahora no sé a dónde dormiré”, a lo que el dueño respondió: “Por aquí hay una pensión donde cobran barato, aunque seguramente te pedirán alguna identificación y, bueno, como has pasado momentos difíciles, tal vez yo pueda prestarte mi credencial y quedar como aval”. Así lo hicieron.

Todo marchaba según los planes del joven señalado por cometer homicidio, pero los acontecimientos dieron un vuelco. Una noticia en la televisión encendió la alerta. Cristian, el joven vendedor de helados, estaba en la pantalla. Era el mismo joven que vendía helados de 12:00 a 20:00 horas de lunes a sábado, y los domingos de 10:00 a 16:00.

Se trataba del mismo joven que cada noche llegaba ensimismado y distraído a tratar de descansar en la casa de huéspedes. El mismo que se recargaba con la pierna derecha en la pared mientras despachaba helados con la gorra cubriéndole el rostro. Aquel que días atrás había escapado sólo con una bolsa de plástico que contenía una sudadera y al menos un cambio de ropa. Era él y su mirada.

En la pantalla del noticiero, Mayra Virginia, madre de Martha Karina, narraba a la reportera cómo Cristian, novio y presunto asesino de su hija el 11 de mayo, había apuñalado a su novia 25 veces. La reportera concluyó la nota diciendo que estaba prófugo. A varios les dolió el estómago pues el asesino estaba entre ellos.

Con la información de la ubicación y horarios exactos donde Cristian trabajaba temporalmente y dormía, la Procuraduría General de Justicia del Estado de México logro capturarlo. La situación legal de Ortiz Reyes se dará a conocer en las próximas horas.

Por razones de seguridad, se omiten nombres de lugares y entornos. Hacerlos públicos sería arriesgar a ciudadanos honestos y valientes que voluntaria e involuntariamente colaboraron en su captura.

Con información de Agencias

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